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Al perder las elecciones de mayo de 1995 frente a Zaplana, Lerma tomó la cartera de Administraciones Públicas y se alejó de los líos sin ... fondo del socialismo de la ciudad. A los tres meses escasos, un barbudo nuevo se adueñó del cotarro de Valencia, para pasmo de todos. «José Luis Ábalos, un desconocido para los ciudadanos, es elegido secretario general del PSOE en la ciudad de Valencia. En el camino, deja a dos candidatos de peso, Vicent Soler y Vicent Garcés». Lo leo en nuestro Almanaque y me vienen cosquillas al estómago. Fue en octubre de 1995, pronto se cumplirán 30 años.
Ahora releo el análisis de Ricardo Bellveser. Ábalos, el sobrevenido, había hecho algo inédito en la larga historia del PSOE: «Ganar unas elecciones inorgánicas, con el voto libre, democrático y universal de las bases». Joan Lerma no daba crédito e intentó desacreditar la elección. Pero no hubo caso: el maestro de Torrent había dejado en la cuneta a Vicent Soler, el nacionalista, y a Vicent Garcés, el de la izquierda irredenta
Felipe González, hoy tan adorado y amable, cometió en su día un error grave: no sacar de raíz esa muela careada que fue el Jordi Pujol de Banca Catalana. El presidente sevillano se vio envuelto en sus últimos años en una espiral de casos de corrupción que no tiene nada que envidiar a la que asedia hoy a Pedro Sánchez. Pero, sin los catalanes de Pujol dispuestos a secundarle, no pudo aprobar los presupuestos de 1996 y tuvo el gesto de honradez de adelantar un año las elecciones. Las ganó José María Aznar, que obviamente -otro grave error- fue presidente del Gobierno con el apoyo parlamentario de Jordi Pujol.
Y mientras tanto, Ábalos, entrenado en los bancos de remero del PCE, fue organizando sus cositas en la ciudad, sin prisa, hasta que en las elecciones de 1999 se convirtió en el número dos de Ana Noguera en el Ayuntamiento, donde residió los primero diez años de su prometedora carrera. Desde entonces, un año tras otro, día y noche, hasta que fue descabalgado en 2021, José Luis Ábalos no ha dejado de ejercer una influencia decisiva, directa, tajante y sin fisuras, en las determinaciones, el estilo agrio y los modales adustos del socialismo valenciano; esa forma antipática de mirar desde arriba a la pobre plebe.
Ni Lerma, ni Pla, ni Ciscar han podido mitigar esa forma despiadada de aprovechar las flaquezas del adversario y los muertos de las catástrofes. Solo Ximo Puig, con esfuerzo, puso gotas de humanidad en un modelo de trabajo sin escrúpulos ni moral. Desde el sufrimiento de Rita Barberá hasta la oposición desalmada que se ejerce tras la inundación, todo tiene, desde mi punto de vista, el sello personal del Ábalos más…NKVD. Incluyendo los tics observables en Pilar Bernabé y Diana Morant, puro soviet supremo.
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