El momento clave para la Albufera

El IV Simposio sobre la Albufera que organiza LAS PROVINCIAS se inaugura este miércoles (18 horas) con una sesión que tendrá continuidad al día siguiente, en medio de una delicada coyuntura. El parque se enfrenta a desafíos de extrema importancia. De un lado, porque sigue adelante el proceso para que la UNESCO reconozca sus méritos como Reserva de la Biosfera; de otro, porque concurre una circunstancia decisiva para su buena salud: cómo recuperarse del paso de la dana, que el 29 de octubre dejó en el humedal y su entorno heridas de muy difícil curación. Y costosa, además. Se cifra, según un cálculo más bien conservador, que los daños económicos se elevan a 115 millones de euros. Un total que incluye los desperfectos en cultivos, caminos agrícolas, infraestructuras básica y otras piezas de ese delicado engranaje que merece ahora unos cuidados adicionales. La cita organizada por LAS PROVINCIAS llega por lo tanto en un momento clave para la Albufera. Para su presente y para su futuro.

De los retos pendientes que se dibujan para el parque en el horizonte más próximo se empezará a hablar esta tarde en el Oceanogràfic, sede del simposio. El año pasado, sus instalaciones ya acogieron la cuarta edición, cuyas dos primeras se habían celebrado al pie de la laguna: de esa cita del año pasado salió el compromiso, subrayado por más de 150 entidades y profesionales de la sociedad valenciana, de suscribir un documento que comprometiera a las administraciones en mejorar la atención que merece el parque. Un decálogo cuyo cumplimiento se ha visto mediatizado por las contingencias del 29-O. De ahí que se haya considerado conveniente su reformulación, de la mano de las aportaciones de un grupo de expertos que han orientado a nuestro diario en la nueva redacción del texto.

Entre sus observaciones, destaca un par de puntos que se introducen este año por primera vez. La redacción de todo el conjunto se guía por una contundencia superior al firmado el año pasado; en esta ocasión, a ese atributo más beligerante se añaden dos precisiones que dotan de un tono más reivindicativo a su redacción. En primer lugar, porque se reclama un esfuerzo más acusado de las distintas administraciones implicadas (incluida la europea) para atender las exigencias del parque. En segundo, muy vinculado al anterior, porque se aconseja perfeccionar el actual nivel de consenso: que cesen las hostilidades entre instituciones y se abogue por un discurso más cohesionado.

En realidad, este segundo punto figuraba ya en el espíritu de compromiso compartido con que el Ayuntamiento de Valencia y los otros doce municipios ribereños sellaron en la Lonja a finales del año pasado un espíritu de unidad para vertebrar la candidatura como Reserva de la Biosfera. Una imagen análoga a la tomada meses después, cuando irrumpió la primavera, por instancias de esta casa a orillas de la laguna: representantes de los trece ayuntamientos se subieron a una embarcación y prometieron remar juntos en favor de un porvenir más luminoso en favor de la Albufera. Unas palabras que el nuevo decálogo demandan que pasen al territorio de los hechos.

Ese es también el espíritu con que debe interpretarse la otra reclamación clave: la dotación de mejores medios materiales y económicos para la Albufera. El parque sufre de una escasez casi endémica de personal para asegurar su presente. Apenas cuenta con guardianes que vigilen posibles desmanes, carece además de una dirección general específica y además observa como cuantiosas partidas para mejorar la salud del medio natural español que sí llegan a enclaves como Doñana, el Mar Menor o el Delta del Ebro, esquivan por el contrario su aterrizaje sobre el valioso humedal valenciano. Valgan una serie de datos para evidenciar ese lacerante agravio financiero: la laguna valenciana recibe menos de la mitad del dinero desde el Gobierno central que otros parajes naturales como los citados de Doñana o el Mar Menor. Así como el Estado ideó un marco de actuaciones con inversiones exclusivas para estos enclaves, incluido el cercano Delta del Ebro, en el aire se quedó una aportación semejante para la Albufera: imposible pensar en un futuro más esperanzador si no dispone de las herramientas presupuestarias suficientes.

Ese será con seguridad uno de los argumentos centrales del programa que empezará a desarrollarse esta misma tarde, con la participación de la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, y una serie de ayuntamientos ribereños que renovarán su compromiso con el parque. En la sesión del jueves, el protagonismo volverá a recaer en la voz municipal, trascendental para enhebrar un discurso común por la Albufera, pero se escuchará también la opinión de representantes de la vida empresarial valenciana para detallar sus experiencias en el parque y su entorno, así como la del grupo de expertos científicos que han asesorado a LAS PROVINCIAS en la redacción de ese renovado decálogo, cuya lectura servirá para enfilar la parte final de la jornada.

La redacción del texto tiene un carácter abierto, más allá del contexto presente. Tiene como objetivo promover la movilización de la opinión pública valenciana, que dirige una preocupada mirada hacia esta Albufera cuyas aguas se vuelven a teñir de un inquietante color marrón. La Albufera que merece, como detalla el catálogo, mejorar las infraestructuras, eliminar vertidos, perfeccionar su gobernanza, respetar las distintas actividades que confluyen en su entorno y ser sensible a su encaje dentro de un territorio devastado por la dana cuyas cicatrices aún se observan. La enfermedad que solo tiene un tratamiento: más dinero. Como dicen desde los demás parques nacionales, solidarios con nuestra Albufera, la solución pasa por conjugar el verbo invertir.