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El verano ya ha llegado y con él, los festivales y conciertos en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. El pasado fin de semana el periodo de festivales en plena capital del Turia arrancó con el 'I Love Reggaeton', mientras estos días se vive en el antiguo cauce del río el 'Festival de Les Arts', de música hindie. Lo cierto es que Valencia parece más colorida. La gente saca sus mejores galas, grandes grupos vienen a la ciudad y unas 15.000 personas disfrutan del precioso arte de la música en directo. Sin embargo, no todo el mundo disfruta de la misma manera. Los vecinos que viven alrededor de este punto emblemático de la ciudad están «hartos» de todos los problemas que conllevan estos grandes eventos. Exceso de ruido, botellones y un «sin descanso» constante.
Es el caso de María y Joaquín, vecinos de la avenida Profesor López Piñero. Las ventanas de su casa están orientadas hacia la Ciudad de las Artes, con la llegada del verano, la situación es «insostenible». «Durante el invierno sufrimos los botellones y el sonido de la discoteca Mya, pero ahora en junio llega la peor parte», comenta María visiblemente afectada. «Cuando llega la época de conciertos, tienes el ruido de Les Arts, y cuando a las dos de la mañana termina, se suma que es la época que abre la terraza del Umbracle», continúa.
«Si ya hay zonas de ruido en la ciudad donde las discotecas causan molestias, no podemos entender como permiten una al aire libre en plena zona residencial», apoya Joaquín. Los vecinos afirman que su gran problema con el ruido comenzó con la discoteca, pero defienden que los conciertos y festivales en Les Arts ha empeorado la situación. «Empiezan con las pruebas de sonido por la mañana, por la tarde el ruido va 'in crescendo' y por la noche súmale ya el tema de los fuegos artificiales y la discoteca», comparte el hombre.
Según explica la pareja, los vecinos llevan dos años con un contencioso administrativo presentado, y el proceso no avanza. «Hemos contratado peritos para que hagan pruebas de ruido y las hemos presentado. Nosotros creemos que a la administración le convienen los contratos de estos eventos porque no han cambiado nada. Dentro del proceso quieren hacer una prueba de medición de los decibelios y la han fechado para octubre. ¿Tú crees que en octubre el ruido va a ser el mismo que ahora, con los festivales?», pregunta retóricamente María.
De hecho, uno de sus hijos se presentaba esta semana a la EBAU, y para que pudiera estudiar, María y Joaquín han tenido que tomar medidas: «Le hemos pagado un hotel esta semana. Sabemos que podría haber ido a la biblioteca durante el día pero por la noche es imposible descansar».
Una forma de ver la situación que comparte Nacho, un joven de 29 años que ya vivía en su edificio antes de que existiera el complejo diseñado por Calatrava: «Me uní a la querella de los vecinos porque la molestia es real. Llega esta época y no hay momento del día para descansar. El sonido es un 'boom boom' constante que se te mete en el subconsciente». El joven duda de la legalidad de estos eventos, y también teoriza sobre por qué no cambian de zona: «el promotor principal de la mayoría de estos eventos es el mismo. Se tienen que llevar muy bien para que las administraciones no hagan algo».
«Yo de vez en cuando también me voy de festival, pero porque sé que voy a llegar a casa a descansar y no molesto a nadie. Estos festivales, en esta zona, no están dejando descansar a los vecinos», lamenta y añade, «por las mañanas incluso he tenido que aguantar vaciles de borrachos que siguen por aquí mientras yo me voy a trabajar». En esta línea, las multitudes tampoco ayudan para el buen ambiente y el descanso de los vecinos.
Otro residente del edificio, Julián, afirma que la noche del jueves llamó a la Policía Local por estar sufriendo un botellón justo debajo de su casa. «Esperé 45 minutos y aquí no vino nadie, así que llamé de nuevo», comenta el vecino, que lamenta la respuesta que recibió, «Los agentes me dijeron que tenían muchos servicios y que no podían pasarse a vigilar si había quince chavales bebiendo en un banco. Parece que no importemos». Aunque eso sí, todos los vecinos reconocieron que el Ayuntamiento sí se preocupa de que el servicio de limpieza despeje la zona a primera hora de la mañana.
En este sentido, Fernando Martín, presidente de la asociación de vecinos, explica a LAS PROVINCIAS que están inmersos en un proceso judicial. Lo hace por teléfono, ya que se ha marcha a Benidorm «huyendo del ruido insoportable». «Yo llevo a título particular desde 2017 poniendo reclamaciones. La respuesta siempre era que no tenían competencias en este ámbito. En 2022 nos unimos 40 vecinos para presentar una reclamación y tampoco contestaron. Lo hicimos en 2023 los mismo. Por eso tenemos un juicio pendiente desde ese mismo año», explica.
«Hemos hecho reclamaciones donde pedimos que cambien el sitio. Estamos apenas a 300 metros, y según los estudios acústicos para no molestar deberían estar al menos a 5 kilómetros. Hablamos que no puede llegar a la vivienda más de 45 decibelios, y con los conciertos llegan hasta 80. A partir de 60 ya es una falta muy grave», explica Martín. En este sentido, el presidente afirma que un año «la Policía Autonómica midió el exceso de ruido, pero ese informe fue pasando de administración en administración y aquí no ha cambiado nada».
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